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lunes, 2 de agosto de 2010

¿QUÉ PASARÁ CON EL CLIMA? (3)

Agua y comunicación (Amsterdam)
CAPITULO 1
IMPORTANCIA DE LA PREDICCIÓN
DE TENDENCIAS CLIMÁTICAS Y AMBIENTALES
(Continuación de:
http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/07/que-pasara-con-el-clima-2.html)

A lo largo de su evolución intelectual, los seres humanos fueron reconociendo empíricamente los secretos de la naturaleza, transmitiéndolos de una generación a otra. Inicialmente, cuando los individuos simplemente recolectarían lo que la naturaleza brindaba, habrán aprendido a diferenciar los vegetales comestibles de los no comestibles; la piedra que conservaba filo de la que no lo conservaba; la mejor leña para hacer fuego; el animal peligroso del que no lo era. Además, entre otros secretos de la naturaleza, también habrán ido aprendiendo lo necesario para sobrevivir a las oscilaciones ambientales, regidas por el clima.
Quienes recolectaban frutos como alimento, migrarían hacia las distintas regiones de recolección estacional. Otros seguirían a sus animales de presa a lo largo de las migraciones de estos, también estacionales. Al evolucionar hacia actividades pastoriles, también habrán migrado en pos de campos de pastoreo favorables, siguiendo el rastro del clima. Tanto aquéllos primeros nómades como estos últimos, habrán cumplido un ciclo anual similar al que cumplen los actuales pastores de ovinos y caprinos a lo largo de toda la Cordillera de los Andes: llevando sus animales valle arriba en primavera, hacia la veranada, o pastura de verano y bajándolos hacia la invernada, o pastura de invierno, al avanzar el otoño.
Así, hace algunos milenios, durante el desarrollo de las últimas glaciaciones planetarias, en esas migraciones controladas por el clima los europeos pastores de renos fueron descendiendo en latitud desde Escandinavia hacia el centro de Europa, alejándose con sus animales del frente de avance de los glaciares. De modo inverso, al calentarse el clima mundial y retroceder los glaciares, estos pastores se marcharon nuevamente hacia el norte.
En etapas evolutivas aún más avanzadas, los humanos aprendieron que al cultivar determinadas especies vegetales acopiando sus frutos, aseguraban alimentos al margen de la escasez que a veces imponía la mera recolección de frutos silvestres. Esa nueva economía forzó a que los primeros agricultores debieran establecerse en lugares fijos y, obviamente, ello ocurrió en zonas ambientalmente favorables para el desarrollo de sus cultivos. Asimismo los primeros núcleos urbanos debieron establecerse en ambientes aptos para la vida humana y así las primeras poblaciones normalmente se desarrollaron a orillas de lagos y cursos de agua, e inclusive dentro del agua. Pero tales poblaciones debieron ser abandonadas cuando episodios de aridez secaron lagos y ríos y agostaron los campos de labranza por largos períodos.
A lo largo de la evolución de la humanidad, podría decirse que hasta el Medioevo no existieron mayores sobresaltos respecto a su necesidad de recursos naturales. Recursos tales como alimentos, agua o fibras vegetales y animales para vestimenta, se obtenían en cantidad suficiente para cubrir la demanda sin alterar significativamente la auto recuperación de los ambientes naturales.
El sistema feudal dominante entonces, era abastecido de recursos naturales por los campesinos de los feudos. Por otra parte el artesanado elaboraba las materias primas también obtenidas por esos campesinos y con el solo ritmo de sus manos, abastecía la demanda de productos elaborados. Así y salvo muy contadas excepciones, se puede estimar que existía un relativo equilibrio entre la demanda y la producción de recursos naturales dependientes del clima, (lámina 3) tales como alimentos, fibras, madera y materiales de construcción.
En ese entonces el agua, un recurso natural de importancia vital y dependiente del clima, no presentaba mayores problemas de obtención. Si bien existía propagación de enfermedades tales como la fiebre tifoidea (no confundir con tifus) y el cólera a través de aguas contaminadas, ello se debía más al desconocimiento acerca de los medios de contagio y a la falta general de higiene, que a la carencia de agua potable.
Con el invento de la máquina de vapor, la humanidad dio un gran salto cualitativo económico y social. Dicho salto se originó en la rápida acumulación de producción y por ende, rápida acumulación de capital. Salto que posteriormente, al ser estudiado en su desarrollo histórico, fue llamado Revolución Industrial.
Hasta ese momento la humanidad sólo controlaba la energía térmica en la reducida escala de hornos para cerámica y vidrio, braseros, fogones y fraguas. La máquina de vapor convirtió la energía química de distintos combustibles en energía cinética rotativa, pasando previamente por distintos estados energéticos desde energía térmica, energía molecular y energía cinética alternativa. Así la humanidad dominó gran cantidad de energía instantánea y dejó de depender de la sola fuerza de sus brazos o de la fuerza de algún animal domesticado, para la transformación de las materias primas naturales en productos elaborados.
Esa nueva disponibilidad energética en definitiva dio lugar a la aparición del capitalismo, como nuevo orden social que compitió exitosamente con el feudalismo por la supremacía sobre la propiedad de los bienes de producción. Quien dispuso de un capital inicial suficiente (en general, banqueros y mercaderes) como para acceder a una máquina de vapor que impulsase distintos elementos de producción manufacturada tales como telares, sierras, molinos de harina, martillos, etc., pudo producir mucho más cantidad a menor costo que cualquier artesano de su momento.
A causa de ello el artesanado poco a poco se vio obligado a su lugar a la producción industrial en pequeña escala para la satisfacción de las demandas de la sociedad. Y así gran parte de los artesanos finalmente terminó vendiendo su mano de obra a esas industrias incipientes. La gran potencialidad de elaboración de materias primas de estas industrias, aumentó la presión ejercida sobre los recursos naturales en general y en particular sobre los recursos naturales dependientes del clima.
Por otra parte, el abaratamiento de los costos de producción ocurrido ante los mayores volúmenes producidos, sumado al mayor poder adquisitivo de las masas cada vez más numerosas que se empleaban en las nuevas industrias, aumentó el porcentaje de la población que podía consumir los nuevos productos elaborados. Ambos factores también se tradujeron en una mayor demanda de recursos naturales y por ende en una mayor presión sobre los mismos y sobre los ambientes en general.
En esas etapas iniciales del desarrollo capitalista, en los países con industrias florecientes se intensificó la explotación de los recursos naturales dependientes del clima. Poco a poco y para el estado de desarrollo de los medios técnicos entonces disponibles, en esos países se llegó a un límite práctico en la producción de esos recursos naturales.
En esa continua evolución económica y llegando ya a la actualidad, los países más industrializados se aproximaron poco a poco a valores límite en la producción e industrialización de recursos naturales dependientes del clima. Cualquiera sea el sistema social considerado, ya sea el sistema capitalista o lo que fue el llamado sistema socialista desde la segunda década del siglo 20 hasta la penúltima década del mismo siglo, el crecimiento industrial aumentó la presión sobre el medio ambiente y sobre los recursos naturales. Particularmente sobre un recurso natural que hasta la Revolución Industrial e inclusive avanzada ésta, no presentaba mayores inconvenientes para su obtención: el agua.
En algunos países, principalmente merced al empeño de organizaciones no gubernamentales y en los últimos años también gracias a organismos ad hoc de las Naciones Unidas, los recursos naturales tienden a ser considerados como patrimonio de toda la sociedad (tanto de la sociedad actual como de la futura). Y aunque esto no pase aún de ser una expresión de deseo, su preservación no solo tiende a ser legislada preventivamente, sino que se tiende a inculcarla desde la educación elemental.
También se tiende a que la instalación de nuevas industrias contemple el impacto ambiental de sus actividades y considere los elementos necesarios como para que este sea compatible con la autopurificación de los ambientes involucrados. Ya sea mediante la evolución tecnológica hacia metodologías ambientalmente menos agresivas; ya sea mediante la instalación de sistemas de purificación de los eventuales efluentes vertidos al medio; ya sea por medio del reciclado de los mismos. Gracias a ello, en algunos países se han reducido en forma apreciable problemas tales como el que significa la contaminación hídrica. Lamentablemente, en una gran mayoría de países y en especial en aquéllos eufemísticamente denominados menos desarrollados, el problema es mucho más complejo que la simple toma masiva de conciencia.
Las relaciones económicas internacionales plantean un problema especial a la gestión del medio ambiente en la mayoría de estos países. En ellos la agricultura y la ganadería, la silvicultura, la producción energética y de minerales generan por lo menos la mitad del producto nacional bruto y representan una proporción aún mayor del sustento y del empleo. La exportación de productos naturales sigue siendo importante factor de sus economías y la mayoría de ellos se enfrentan con enormes presiones económicas nacionales e internacionales que los llevan a explotar en exceso sus recursos naturales.
En síntesis, mientras la humanidad pudo incorporar tierras vírgenes a sus cultivos y nuevas aguas al consumo humano directo o a su consumo industrial, no existieron problemas visibles respecto a los recursos naturales dependientes del clima. Por otra parte, el constante advenimiento de nuevas tecnologías permitió mejorar los rendimientos agrícolas, ganaderos, industriales y energéticos.
Pero paulatinamente se han ido alcanzando límites cada vez más difíciles de superar con el mero desarrollo tecnológico. Cualquiera sea el estado de desarrollo de un país y el sistema socio político dominante en el mismo, crece sin cesar la presión sobre los recursos naturales en general y sobre los recursos naturales dependientes del clima en particular, llegándose a la necesidad de programar su producción a corto, mediano y largo plazo.
A su vez la dependencia de los recursos naturales sensibles al clima respecto a las fluctuaciones climáticas imprevistas, puede derivar en efectos catastróficos. Prueba de ello son las inundaciones que periódicamente devastaron la provincia de Buenos Aires y que desde 1980 fueron una preocupación casi constante, con alguna esporádica sequía como las ocurridas durante 1995/1996 y durante la mitad del año 2003 y desde el 2006 al 2009.
En ese estado de cosas, la humanidad ha formulado a la ciencia una pregunta vital para su desarrollo futuro, e incluso para su supervivencia: ¿Cuál será la tendencia de la evolución climática y ambiental durante las próximas décadas? Esa pregunta se hace más insistente a medida que se hace más imperiosa la necesidad de planificar la producción de materias primas dependientes del clima. Cualquier oscilación climática puede afectar el balance entre la producción y la demanda de esos insumos. Y el impacto de esas oscilaciones sobre la humanidad dependerá no sólo de su magnitud, sino de la velocidad con la que puedan producirse y de la capacidad de la ciencia para predecir las mismas con aceptable grado de precisión.
Continúa en: http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/08/que-pasara-con-el-clima-4.html)
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