EL CLIMA Y LA EVOLUCIÓN
DE LOS CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS
(Continuación de:
http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/08/que-pasara-con-el-clima-4.html)
La mayoría de los naturalistas pioneros que recorrieron el mundo evaluando recursos naturales durante las primeras décadas del siglo 19, no se preguntaron qué pasaba con el clima en el largo plazo. En ese entonces, lo más frecuente era considerar al mismo sólo en presente, sin darle importancia a su evolución a lo largo del tiempo y en particular, a lo largo del tiempo geológico.
Pero entre los que sí se lo preguntaron hubo dos franceses, Martín De Moussy(10) y el ya mencionado Augusto Bravard. Fue el segundo de ellos quien hacia 1857 formuló las primeras hipótesis paleoclimáticas con fundamento lógico y fáctico, para explicar el origen de los sedimentos de la llanura pampeana. En virtud esas hipótesis les atribuyó origen eólico[*]. El mismo Bravard reafirmó esa hipótesis con el hallazgo de esqueletos fósiles de vertebrados articulados y completos, pertenecientes a animales con evidencias de haber sido sepultados por arena de dunas durante episodios de grandes sequías y fuertes vientos.
Tal hipótesis discrepaba con el origen atribuido a estos sedimentos por el establishment de las ciencias naturales de aquel entonces. En la ‘vereda de enfrente’, el Dr. Germán Burmeister, quien diera nacimiento formal a las ciencias naturales en la Argentina y en ese entonces era el Director del Museo Nacional de Buenos Aires, intentó desvirtuarlo en sus trabajos de 1866(11) y de 1876(12). No obstante ello, la hipótesis Bravard (que no había podido ser profundizada por él, dada su prematura muerte), fue defendida y validada por la obra monumental de aquél genial ‘abogado de las ciencias naturales’ que fue Florentino Ameghino.
Mientras tanto en nuestro país y en todo el mundo las inundaciones y las sequías se repetían causando estragos. Pero el grado de desarrollo de las relaciones en la producción de insumos dependientes del clima y el carácter social de esa misma producción, aún no habían llegado al punto de necesitar que la ciencia buscase una explicación a las causas de tales fenómenos climáticos, a fin de paliar o de evitar sus efectos catastróficos.
Además, el estado objetivo de los conocimientos científicos acumulados hasta ese entonces no tenía elementos con los que los investigadores pudiesen plantearse hipótesis de trabajo válidas a fin de explicar la causa de las inundaciones y de las sequías. Y si en algún lugar del mundo se esbozaba el germen de alguna hipótesis, como las postuladas en nuestro país por Francisco Javier Muñiz y por Benjamín Gould, cada cual en su momento, este germen abortaba indefectiblemente ya que las ciencias del mundo en general aún no ofrecían el ambiente propicio para su desarrollo. Aún no existían elementos de juicio sobre los cuales los científicos pudiesen afirmarse para encarar la búsqueda racional de respuestas.
Pese a todo, la sociedad siguió su evolución sin apresuramientos; sequía va; inundación viene. Al mismo tiempo, por un lado las relaciones en la producción de insumos dependientes del clima evolucionaron hacia formas superiores, tanto en el orden técnico como en el orden social. Por otro lado en muchos lugares del mundo esa producción alcanzó un grado límite de desarrollo. Merced a éste se tuvo que recurrir a la ciencia reclamando respuestas a los interrogantes que planteaban y que plantean las oscilaciones climáticas y ambientales, a fin de seguir produciendo al ritmo que demanda el actual estado de la evolución social.
En la actualidad, la búsqueda de elementos para explicar las oscilaciones climáticas y ambientales se ha convertido en esencial para la ciencia. Pero a diferencia del siglo pasado, ésta ahora tiene elementos como para encarar la tarea. Pasaron mucho más de cien años desde aquéllas tímidas ideas de Muñiz y Gould. Durante ese lapso, geólogos, climatólogos, biólogos, físicos, meteorólogos, astrofísicos, químicos y especialistas de otras disciplinas no menos importantes, desarrollaron sus ciencias particulares adquiriendo las bases cognoscitivas y la experiencia necesaria. Ahora todas esas ramas del saber comienzan a darse la mano y en todo el mundo surgen investigadores y grupos de investigación que intentan hallar respuestas.
Pero las preguntas son muchas. Cada sector de la sociedad, según sean sus intereses particulares, tiene sus preguntas propias. Quienes periódicamente tienen sus casas inundadas, imperiosamente necesitarán saber cuando bajará el agua. Y esa pregunta vital para ellos y excluyente de otras, cederá lugar a otras no menos importantes para quienes tengan sus campos inundados, o agostados por la sequía, cuando deban planificar su economía de corto y de mediano plazo.
http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/08/que-pasara-con-el-clima-4.html)
La mayoría de los naturalistas pioneros que recorrieron el mundo evaluando recursos naturales durante las primeras décadas del siglo 19, no se preguntaron qué pasaba con el clima en el largo plazo. En ese entonces, lo más frecuente era considerar al mismo sólo en presente, sin darle importancia a su evolución a lo largo del tiempo y en particular, a lo largo del tiempo geológico.
Pero entre los que sí se lo preguntaron hubo dos franceses, Martín De Moussy(10) y el ya mencionado Augusto Bravard. Fue el segundo de ellos quien hacia 1857 formuló las primeras hipótesis paleoclimáticas con fundamento lógico y fáctico, para explicar el origen de los sedimentos de la llanura pampeana. En virtud esas hipótesis les atribuyó origen eólico[*]. El mismo Bravard reafirmó esa hipótesis con el hallazgo de esqueletos fósiles de vertebrados articulados y completos, pertenecientes a animales con evidencias de haber sido sepultados por arena de dunas durante episodios de grandes sequías y fuertes vientos.
Tal hipótesis discrepaba con el origen atribuido a estos sedimentos por el establishment de las ciencias naturales de aquel entonces. En la ‘vereda de enfrente’, el Dr. Germán Burmeister, quien diera nacimiento formal a las ciencias naturales en la Argentina y en ese entonces era el Director del Museo Nacional de Buenos Aires, intentó desvirtuarlo en sus trabajos de 1866(11) y de 1876(12). No obstante ello, la hipótesis Bravard (que no había podido ser profundizada por él, dada su prematura muerte), fue defendida y validada por la obra monumental de aquél genial ‘abogado de las ciencias naturales’ que fue Florentino Ameghino.
Mientras tanto en nuestro país y en todo el mundo las inundaciones y las sequías se repetían causando estragos. Pero el grado de desarrollo de las relaciones en la producción de insumos dependientes del clima y el carácter social de esa misma producción, aún no habían llegado al punto de necesitar que la ciencia buscase una explicación a las causas de tales fenómenos climáticos, a fin de paliar o de evitar sus efectos catastróficos.
Además, el estado objetivo de los conocimientos científicos acumulados hasta ese entonces no tenía elementos con los que los investigadores pudiesen plantearse hipótesis de trabajo válidas a fin de explicar la causa de las inundaciones y de las sequías. Y si en algún lugar del mundo se esbozaba el germen de alguna hipótesis, como las postuladas en nuestro país por Francisco Javier Muñiz y por Benjamín Gould, cada cual en su momento, este germen abortaba indefectiblemente ya que las ciencias del mundo en general aún no ofrecían el ambiente propicio para su desarrollo. Aún no existían elementos de juicio sobre los cuales los científicos pudiesen afirmarse para encarar la búsqueda racional de respuestas.
Pese a todo, la sociedad siguió su evolución sin apresuramientos; sequía va; inundación viene. Al mismo tiempo, por un lado las relaciones en la producción de insumos dependientes del clima evolucionaron hacia formas superiores, tanto en el orden técnico como en el orden social. Por otro lado en muchos lugares del mundo esa producción alcanzó un grado límite de desarrollo. Merced a éste se tuvo que recurrir a la ciencia reclamando respuestas a los interrogantes que planteaban y que plantean las oscilaciones climáticas y ambientales, a fin de seguir produciendo al ritmo que demanda el actual estado de la evolución social.
En la actualidad, la búsqueda de elementos para explicar las oscilaciones climáticas y ambientales se ha convertido en esencial para la ciencia. Pero a diferencia del siglo pasado, ésta ahora tiene elementos como para encarar la tarea. Pasaron mucho más de cien años desde aquéllas tímidas ideas de Muñiz y Gould. Durante ese lapso, geólogos, climatólogos, biólogos, físicos, meteorólogos, astrofísicos, químicos y especialistas de otras disciplinas no menos importantes, desarrollaron sus ciencias particulares adquiriendo las bases cognoscitivas y la experiencia necesaria. Ahora todas esas ramas del saber comienzan a darse la mano y en todo el mundo surgen investigadores y grupos de investigación que intentan hallar respuestas.
Pero las preguntas son muchas. Cada sector de la sociedad, según sean sus intereses particulares, tiene sus preguntas propias. Quienes periódicamente tienen sus casas inundadas, imperiosamente necesitarán saber cuando bajará el agua. Y esa pregunta vital para ellos y excluyente de otras, cederá lugar a otras no menos importantes para quienes tengan sus campos inundados, o agostados por la sequía, cuando deban planificar su economía de corto y de mediano plazo.
Asimismo y en otro nivel, el técnico y el estadista que deban planificar el manejo de agua para riego o para producción de energía, por ejemplo, querrán saber con qué caudales contarán sus ríos y sus embalses a mediano y largo plazo, hasta en un alcance de varias décadas. Y el banquero o la institución bancaria que tenga una importante cartera de clientes relacionados con la producción agropecuaria y por ello directamente vinculados a las oscilaciones climáticas, necesitará conocer que pasará con los ambientes de su área de influencia, a fin de establecer los potenciales riesgos que afrontarán sus inversiones financieras.
De ese modo, el encadenamiento de interrogantes que cada sector particular de la sociedad formula en su coyuntura, a nivel país, a nivel continente y a nivel mundial da origen a una gran pregunta de carácter estratégico: "Qué pasará con el clima?”
(Continúa en: http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/08/que-pasara-con-el-clima-4.html)
De ese modo, el encadenamiento de interrogantes que cada sector particular de la sociedad formula en su coyuntura, a nivel país, a nivel continente y a nivel mundial da origen a una gran pregunta de carácter estratégico: "Qué pasará con el clima?”
(Continúa en: http://000-arquimedes.blogspot.com.ar/2010/08/que-pasara-con-el-clima-4.html)
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[*] Depositación de sedimentos movilizados por los vientos.